Las ondulaciones del mar

Hace algunos años, cuando era un poquito más joven, tenía pelo y no usaba lentes para ver los monitores, me dieron la beca del FONCA en la especialidad de cuento junto a un puñado de jóvenes talentosos. Algunos de ellos han publicado y ganado unos concursos bien chonchos con sus libros y me da orgullo ser parte de esa pequeña cofradía. También me da un poquito de envidia, pero de la buena, de la chingona porque sus libros están guapos y cada uno de ellos posee una habilidad que yo no tengo, ya sea con alguna estructura narrativa ingeniosa, o con el vocabulario, o con la manera de contar sus historias. 

Una de esos jóvenes (que bueno, ya no somos muchachos) es Claudia Cabrera, y recuerdo la fascinación continua al escuchar la lectura de sus cuentos, porque lograba artilugios narrativos muy interesantes: desde el habla de sus personajes, un intercambio de diálogos que parece un juego de pin pon o una canción que surge de improviso, hasta el descubrimiento de los secretos que guardan sus criaturas de papel, los motivos de sus pequeñas odiseas. Recuerdo que durante sus lecturas en el brevísimo taller del FONCA, alguno de sus cuentos me dio un sentimiento súbito de tristeza, tanto que se me atoró la garganta cuando di mi opinión sobre el cuento. Si soy sincero, pocas veces tengo esa reacción física con algún texto. No es porque sea un muchacho muy duro, pero conmoverse con una lectura cuando no estás preparado para ello y te toma por sorpresa, personalmente, para mi animal lector, eso es una señal de haberme encontrado un libro  , quizás un tesoro, así como hay otros libros y otros animales cuyas búsquedas los llevan a la imaginación, lo fantástico, el asombro. 

Cabrera conseguía conmoverme de maneras inesperadas y provocaba dos tipos de reacciones, una era la tristeza, como decirse: ah, chingada madre, por qué llegamos a esto; pero también conseguía el efecto opuesto: las carcajadas. Por eso, quiero hacer hincapié en esto: los cuentos de Cabrera no son cuentos de desgracias, cosa que es habitual en el escritor mexicano, incluso el más jovensísimo, pero también hay cuentos que dan mucha risa o alivian angustias, cuentos que fascinan por la transmutación de sus personajes. Esto también me parece un poco tramposo, lo que algunos llaman el oficio, porque el mismo cuento suele provocar estas rupturas, aunque también tiene cuentos que despiertan algún afán personal que uno tenga, algo de lo que se creía a salvo. Podrían ser considerados como una lupa de ciertos moditos que tenemos los mexicanos, no solo como nación, pero en nuestra condición de viajeros, de gente en una constante búsqueda de experiencia o que desea alimentarse de vida. 

Algunos pensarán que los cuentos que componen Las ondulaciones del mar son una, para usar una frase trillada que luego aparece en cualquier reseña literaria nacional, radiografía del mexicano, o radiografía de la costa, o del turista, o del viajero, pero eso es limitar la habilidad metafísica de estos cuentos para revelarnos ciertas condiciones, o posibilidades; son principalmente cuentos de personajes que descubren algún misterio de sí mismos, o que revelan una parte fundamental de su persona, o bien, igual que un acertijo, podemos descubrir con ellos algún secreto que los ayudará a encontrarse o recomponerse. 

Uno de mis cuentos preferidos habla de una mujer encorvada y gorda que persigue a una tortuga y así, de algún modo perverso y fantástico, y también hilarante, esta mujer transmuta en el mismo objeto de su fascinación. La elocuencia para conseguir esto en un cuento es tal que habla de un dedicado trabajo de escritura. Y no por menos envidiaba a Cabrera en esas tardes de Taxco o de Michoacán, cuando nos sentábamos a leer mientras Ana García Bergua nos escuchaba satisfecha, sonriente de nuestros pininos. Cuando pienso en oficio, a menudo pienso en Cabrera y su capacidad extraordinaria para representar los espejismos de sol, las mentiras que nos tragamos por la insolación o el reflejo retorcido, ondulado por las olas, del muchacho que se asoma para ver el mar oscuro desde el yate. 

También hay historias de pequeños burócratas que se convierten en dictadores y de señores misteriosos y barbados que viajan a Marruecos, ¿o era Turquía? Corríjanme en los comentarios. 

Las ondulaciones del mar es publicado por Eolas, editorial independiente española que está chulísima. La edición del libro es óptima, bonita, papel agradable y tipografía legible, su portada es una muchacha en camisón que parece estar navegando algún mar profundo y puede comprarse en Gandhi. Dejo la liga en la descripción del video. Este libro lo leímos desde el mundo virtual de Night City, de Cyberpunk 2077, el cual también tiene sus mares, sus oceanos y sus espejismos. Espero que lo hayan disfrutado. Si se te antojó el libro de Claudia Cabrera, dale like al video para que más gente sepa de él y lo pida por internet, le llegará a su casita, vale muchísimo la pena. 

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